El petróleo ante la privatización: De
Cárdenas a Peña Nieto
Camilo Ruiz
Del 26 de Agaoto 2013
Cuando Cárdenas asumió la presidencia, el país vivía una efervescencia
política como no la había habido en años; tan sólo en el D.F. había 60
huelgas obreras. El cardenismo, influenciado por el sector de izquierda
del PNR, simpatizaba con algunas de estas reivindicaciones, en parte por
simple afinidad ideológica, pero esencialmente porque éstas entraban
dentro de su plan de desarrollo nacional: la entrega de tierras a los
campesinos habría de crear un mercado nacional y desviar el capital de
los terratenientes del campo a la industria; en tanto que el aumento de
los salarios de los obreros aumentaría la demanda total del país y con
ello su PIB.
El sindicato petrolero era uno de los más radicales del país y uno de
los muy pocos que no había entrado a la central obrera oficial. Entre
1934 y 1937, las luchas se radicalizaron todavía más: en el primer año,
un informe de la compañía El Águila, filial de la Shell, decía “[l]os
problemas laborales están alcanzando una etapa en la que es
prácticamente imposible controlar a los trabajadores”. Un año después,
otro informe rezaba: “hace unos pocos meses, dos sindicatos rivales se
fusionaron, con el resultado de que los elementos más extremos (…) han
conseguido el control y, para mostrar su poder, han deliberadamente
fomentado una huelga”. En noviembre de 1936 las cosas se ponían peores:
“los éxitos pasados se le subieron a la cabeza a los sindicalistas, así
que existe la posibilidad de una huelga general que afecte a todas las
petroleras en las siguientes tres semanas. La actitud del gobierno es
razonable y bastante amigable en este asunto, pero políticamente sus
manos están atadas”.
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