jueves, 4 de julio de 2013

¡Toda respuesta es política; la no respuesta también!



04 Julio 2013
¡Toda respuesta es política;
la no respuesta también!
Por: Tarikles

Sobre si actuar o no operar significa proceder

No hacer nada incluso contiene una posición política. Es común encontrar frases como: “de política y religión mejor ni opinar”. En la actualidad es vox pópuli, decir que ni la misma ciencia resulta neutral, consecuencia de ello, menos un mutis, por el contrario, el silencio radica de importancia.

Cuando ante alguna disputa, diferendo o debate de posiciones alguien decide mantenerse callado, debiera mínimamente tener sus motivos de por qué hacerlo. En cambio, por el contrario opuesto, si se decide omitir comentario por miedo, o ignorancia, de igual forma puede suceder, hablaríamos de otra cosa. Cabe decir, que independientemente de la diferencia de motivos de por qué no participar de opinión, el resultado siempre es el mismo; corresponder con el más fuerte. Sólo sí, nos encontráramos en un imaginario de igualitario equilibrio de fuerzas la omisión revelaría neutralidad.
Foto: Pavel Tarín
  
De política
           
Tomé el tumba burros[1] a mano, de cual hurté las siguientes enunciaciones: Adj. Perteneciente o relativo a la doctrina política o la actividad política”; dicho de una persona, cortés, urbano; que interviene, rige o aspira, de los asuntos públicos, cosas del gobierno y negocios del Estado (...) F[2]., actividad del ciudadano cuando interviene en los asuntos públicos con su opinión, con su voto, o de cualquier otro modo; arte o traza con que se conduce un asunto o se emplean los medios para alcanzar un fin determinado; orientaciones o directrices que rigen la actuación de una persona o entidad en un asunto o campo determinado.       

Un aspecto importante sobre la política implica la revisión de sus límites; en donde encontramos a la violencia o el uso de la fuerza como la característica limítrofe principal de la negociación. Alargando la averiguación sobre el término en cuestión, afrontamos la idea de una actividad cuyo ejercicio del poder puede buscar un fin trascendente; ésta, la política, promueve la participación ciudadana ya que posee la capacidad de distribuir y ejecutar el poder, según sea necesario, para promover o disminuir el continuo colectivo.

¿Quiénes resultan actores políticos legítimos?

Las personas (alumnas, maestras, trabajadores, empleados, por mencionar de algunas) que se ofrecen a los asuntos políticos no son sólo aquellas que reproducen maneras caducas; representadas en formas de una noción gastada y unidireccional. Una persona que se dedica a la política, es también, una persona que se dedica a realizar actividades públicas.
Existen diversas acepciones del término: como ya vimos, una se refiere a personas vinculadas a la administración pública. Se discurre que alguien dedicada a los avatares de la política, es aquella afiliada a un partido político y que ha sido elegida o nombrado para tareas asociadas a organismos, asociaciones o instituciones públicas. Empero, extender el concepto  de “una o un político” es referirse, también, a  aquella persona afiliada a una asociación o grupo que desarrolla actividad partidaria, con independencia de si se ostenta, o no, cargo público alguno. Individuos desarrollan actividades políticas al margen de la administración, inclusive en contra precisamente del Estado, llegando a convertirse en perseguidos, presos o desaparecidos políticos.

Ineludiblemente política nos remota al colectivo

Lo político necesariamente nos remonta al otro, al de enfrente, al de alado, al de  atrás. Extraña sería la antropología que le rehúse a discutir con el otro. Errónea manera de formar y crecer en el aislamiento resultaría ésta. Siempre que nos referimos con la palabra política debemos entendernos en colectividad. Lo mínimo de la idea de hacer política, debe resultar la construcción del colectivo.

¡Sí lo político me implica al otro, entonces lo antropológico incluye lo político!

Analfabeto Político.- El peor analfabeto es el analfabeto político. No oye, no habla, no participa de los acontecimientos políticos. No sabe que el costo de la vida, el precio del poroto, del pan, de la harina, del vestido, del zapato y de los remedios, dependen de decisiones políticas. El analfabeto político es tan burro que se enorgullece y ensancha el pecho diciendo que odia la política. No sabe que de su ignorancia política nace la prostituta, el menor abandonado, y el peor de todos los bandidos que es el político corrupto, mequetrefe y lacayo de las empresas nacionales y multinacionales” (Bertolt Brech).





[1] Referencia coloquial a diccionario, en este caso se tomó como referencia el servicio digital de la: Real Academia Española. http://www.rae.es/rae.html
[2] En referencia a femenino (sustantivo).

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