Crónicas Pachecas: Mi encuentro con Lazlo Lozla
“Sí ya decían mis valedores
de la escuela que me hizo daño vivir
tanto tiempo cerca del aeropuerto
que creo que me quede en el avión”.
de la escuela que me hizo daño vivir
tanto tiempo cerca del aeropuerto
que creo que me quede en el avión”.
Por: Sup Tupa
No tendría por qué presumir de ser un erudito en temas musicales –
cuando evidentemente no lo soy – y es de este argumento que me nace
relatarles cómo es que me encontré con mi neófita parte musical. En este
debraye mental recordé a ese envidiable personaje – que a fin de
cuentas creo era un barrendero – en un capitulo inolvidable de la serie
de “Don gato y su pandilla”.
La historia comienza en un mes de otoño de un año cualquiera, cuando
una entrañable persona me condujo a ese mundo medio oscuro de lo que
llaman cultura. Yo, como siempre en la ñoñez, creyendo que el amor
tocaría a mi puerta, esperaba con cierta candidez que sonaría el timbre
de la casa; No sabiendo bien a bien si al abrir la puerta alguna musa me
dijera con voz sexy: “Tómame”… ¿llegaría disfrazada de vendedora de
pizzas o Testigo de Jehova?
Como sea no me daba cuenta que el amor se paseaba frente a mí, con un dulce olor a manzana y un saxofón a la espalda.
A la puerta de su colegio – por donde yo transitaba todos los días –
con la jodidez del jodido, arrastrando los pies, con la mochila llena de
copias que no terminé nunca de leer, un agujero en la bolsa del
pantalón que cada vez que hurgaba se hacía más grande. Ese día cómo
película en cámara lenta la vi salir del Colegio (porque yo voy a la
chingada escuela pública, ella es gente bien y yo de la prole).
El primer contacto dicen que es inolvidable… ese día el cielo
encapotado anunciaba tremendo aguacero. Lerdo como suelo ser, la vi con
el mismo uniforme, bien planchado y hasta almidonado, su copete coquetón
y sus ojos pispiretos me seguían con cierta insistencia y fue su
determinación la que me detuvo en seco: Oye tú estudias allá no?… te veo
siempre con audífonos ¿Qué escuchas?…
(eran muchas preguntas para un
ardilla mal alimentada) mi silencio solo supuso que me hacia el
interesante.
- ¿Si voy a esa facultad y tú?
- Yo estudio aquí, tocó el saxofón y algún día seré concertista…
- Que bien
- (Silencio incómodo)
- Vamos por un café… (dijo ella)
- “Es que” (involuntariamente sentí el lánguido hoyanco en la bolsa de mi pantalón, maldije la profecías capitalistas, la mercancía, la plusvalía, al patrón, al obrero, la ACE, y la Reforma educativa…)
- Yo pago¡¡¡
- Bueno… vamos.
Y me tomó de la mano.
Ya avanzados los días me invitó a que la acompañase a un “magno
concierto”, esos sitios donde se toca música “culta” y para personas con
cultura. Pues bueno, ahí voy yo cargando mi ignorancia a un concierto
en donde demostrarían sus dotes, tres virtuoso: uno del piano, otro del
chelo y finalmente uno de violín (un solo de violín aunque suene a
albur).
Pues bien ya entrados en detalles del magno concierto y finamente
acompañado por esta linda persona, entramos al “magno” auditorio (lo
digo así porque así se debe de decir recalco que es un asunto de
cultura). El sitio atestado de gente que supongo yo conocedora de la
materia, se escuchan comentarios: “son buenos”, “son espectaculares” y
con términos que reconozco (nuevamente) desconozco. Se escuchó una voz
formal que dijo “tercera llamada comenzamos”. Tres personas acompañados
del que yo denominaría “El chalán”, que le hacia el favor de voltear las
hojas de las partituras que leía el pianista.
Sin el ánimo de demostrar mí exagerada in-cultura me mantuve callado.
Inician las interpretaciones y ciertamente quede cautivado, tanto por
mi bella acompañante (con la cual no podía dar muestras de que no sabía y
yo ponía mi cara de conocedor, aunque por dentro estuviera yo
tarareando una rola de los “Ángeles Azules”)
Definitivamente debo reconocer que las interpretaciones fueron buenas
(creo). Pero del violinista podía decir que solo me recordó a “LAZLO
LOZLA”, mítico e incierto personaje multi-mencionado en el capítulo de
la serie infantil “Don Gato y su Pandilla”, en donde por una confusión
colocaba a “Benito Bodoque” como el artista de este instrumento; aunque
este fue igual que yo de arrítmico.
Por dentro me reía de mi ignorancia y me imagina en el violinista a
Benito Bodoque y tras bambalinas a oficial matute colocando el disco de
“Lazlo Lozla.
Sin duda habría que ampliar mi gama de conocimientos musicales – y no
es que solo me guste la cumbia y la salsa – si no que por necesidad
para no quedar tan mal con mi bella acompañante procuraré documentarme
un poco para poder tener platica con ella; ni modos que le pregunte si
ha escuchado a Lazlo Lozla, (aunque sí lo hice y no supo contestarme, me
fui con la respuesta y ahora que indago en la red, sé que ese nombre
pertenece o perteneció a un grupo de rock regiomontano ¡¡¡chin!!! creo
que ya la regué y yo pensando en quedar bien.)
Como sea este fue un acercamiento inesperado que me llevó a conocer
de ese maravilloso mundo de los virtuosos. De la buena música (la de
buen gusto) en la que tienes que ir de pipa y guante y no de tenis y
mezclilla. Buen gusto, en la escuela donde estudia mi entrañable y bella
acompañante, solo de esos temas se trata es como un mundo aparte… haaaa
y yo solo conozco a “Lazlo Lozla”. Bueno de todos modos me sirvió para
rememorar esta Crónica Pacheca.
Fin.
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