Foto de Rocío Martínez |
Enero 2013
Éramos cincuentón
Por: Tarikles
Más del tostón
Estábamos en el kiosco central de la plaza de armas; la que
hace frente a todas las autoridades impuestas, éramos un grupo arriba de las
cincuenta personas. En el puro centro de aquél foco de poderes quesque
impolutos, se concentraron un grupo de mujeres y hombres, así como algunos
niños y adolescentes, minutos antes de las once antes meridiano. Se trató de un
mitin, en el octavo día de protesta, al más puro estilo de la vieja Rusia.
¡El frío estaba cabrón! La temperatura no pasaba de un dígito centígrado, según
expresiones del lugar. Se trató del grupo de vendedores ambulantes del centro
histórico recién desalojados violentamente a orden del alcalde chihuahuense Marco
Adán Quezada.
Las
demandas
¡Devuélvannos nuestras cosas! ¡Queremos seguir trabajando!
¡Exigimos nuestros espacios! ¡No nos importa ni el frío ni el hambre, queremos
seguir vendiendo! Fueron las principales exigencias de aquél grupo de personas
dedicadas al comercio informal de la ciudad.
El trayecto
En fila, muy bien ordenados, caminamos desde el desolado
kiosco, ubicado al centro de la antes llamada Plaza Constitución, entre el palacio
municipal y la catedral. Con nuestras respectivas cartulinas de exigencias y
reclamos. Ahí nos dimos cuenta de que éramos más de la media centena. El final
del trayecto significó llegar al edificio que alguna vez albergó un hotel de
nombre presidente, el que ahora acoge al que también llaman “otro” poder, donde se hacen las leyes. Allí
mismo se nos detuvo, qué a dónde y con quién íbamos preguntó uno de los
guardianes, de los de ahí dentro, de ésos que dicen trabajar allí.
El recinto
Una vez explicado y atendido que tanto los legisladores,
funcionarios públicos, agentes de ésos que cargan, armas largas y armas cortas,
y en general, toda la burocracia del estado, es cargada, digo perdón, pagada
por vía de los impuestos, se nos permitió el acceso a uno de ésos recintos
bonitos para atender asuntos públicos importantes. Hasta café nos anduvieron
dando, mientras se hacía la fila de las peticiones, quejas, agravios y
denuncias. Cabe señalar, que todo este proceso, se llevó a cabo en total y
completo apego a sus escrituras. Incluso se hizo delante de un hombre y una
mujer, que además de presentarse como legisladores y nuestros amigos, se
dijeron estar preocupados por lo bochornoso e injusto del acontecer de los
ambulantes. Todo esto tuvo sentido, decíamos, en sus totales y cabales formas,
mientras adentro del recinto nos ofrecían esmero, y ser intermediarios frente a
las otras autoridades (el edil), así como con un gustoso cafecito para el frío,
explicó la señora de emperifollado peinado que prestó su amable atención,
afuera se desplegó aparatoso operativo de policías y cuerpos de ésos que llaman
antimotines. Si lo bueno fue que la negociación llegó a buen término, quesque “iban
a ver en qué podían ayudar”. Esa fue la conclusión, al menos, así quedó
presente entre los que asistimos, y en voz de la que dijo ser representante del
H. Congreso del Estado, y que mostraba claras señas de molestia, ante la
presidida deliberación popular.
Foto de Rocío Martínez |
Una
voz que tenga más poder…
Hubo las frases que enconaban “Una
voz que tenga más poder”, acentuó Porfiria. Una señora vendedora de arriba de
50 años, indígena Mazahua, según indicó en su participación frente a la
anunciada presidenta de los legisladores y uno más de apellido Bonne. Se
comenzó diciendo; “… una voz, que tenga más poder que los líderes del PRI que
nos ofrecieron resolver el conflicto”. “… una voz, que tenga más poder que
Marco Quezada que nos ofreció resolvernos favorablemente”. “… una voz, que
tenga más poder que el propio gobernador que se ofreció en campaña a resolver
nuestros problemas”.
La única voz siguiente, por tanto consiguiente, para poder
remendar los desastres actuales de la clase política en el poder, resulta, ése ente abstracto discursivamente pero que
en los hechos de nuestra historia le conocemos como marabunta, populacho,
plebe, nacos, raza o pueblo, simple y llanamente. Según recuerdo, de alguna
escuela, siempre que algún grupo humano ha llegado hasta el hastío, sea alguna
de esas que han llamado civilizaciones, sea algún pueblo frente a su opresor.
Inclusive se trate de alguna sociedad de las que hoy llamamos democráticas, si
el agregado de pobres, desposeídos, excluidos conjunta su molestia y se logra
organizar, le puede hacer pagar los platos rotos al gobierno en turno.
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