jueves, 10 de enero de 2013

Éramos cincuentón

Foto de Rocío Martínez



Enero 2013
Éramos cincuentón
Por: Tarikles



Más del tostón
Estábamos en el kiosco central de la plaza de armas; la que hace frente a todas las autoridades impuestas, éramos un grupo arriba de las cincuenta personas. En el puro centro de aquél foco de poderes quesque impolutos, se concentraron un grupo de mujeres y hombres, así como algunos niños y adolescentes, minutos antes de las once antes meridiano. Se trató de un mitin, ­­en el octavo día de protesta, al más puro estilo de la vieja Rusia. ¡El frío estaba cabrón! La temperatura no pasaba de un dígito centígrado, según expresiones del lugar. Se trató del grupo de vendedores ambulantes del centro histórico recién desalojados violentamente a orden del alcalde chihuahuense Marco Adán Quezada.     

Las demandas     
¡Devuélvannos nuestras cosas! ¡Queremos seguir trabajando! ¡Exigimos nuestros espacios! ¡No nos importa ni el frío ni el hambre, queremos seguir vendiendo! Fueron las principales exigencias de aquél grupo de personas dedicadas al comercio informal de la ciudad.  


El trayecto

En fila, muy bien ordenados, caminamos desde el desolado kiosco, ubicado al centro de la antes llamada Plaza Constitución, entre el palacio municipal y la catedral. Con nuestras respectivas cartulinas de exigencias y reclamos. Ahí nos dimos cuenta de que éramos más de la media centena. El final del trayecto significó llegar al edificio que alguna vez albergó un hotel de nombre presidente, el que ahora acoge al que también llaman “otro” poder, donde se hacen las leyes. Allí mismo se nos detuvo, qué a dónde y con quién íbamos preguntó uno de los guardianes, de los de ahí dentro, de ésos que dicen trabajar allí.

El recinto
 Una vez explicado y atendido que tanto los legisladores, funcionarios públicos, agentes de ésos que cargan, armas largas y armas cortas, y en general, toda la burocracia del estado, es cargada, digo perdón, pagada por vía de los impuestos, se nos permitió el acceso a uno de ésos recintos bonitos para atender asuntos públicos importantes. Hasta café nos anduvieron dando, mientras se hacía la fila de las peticiones, quejas, agravios y denuncias. Cabe señalar, que todo este proceso, se llevó a cabo en total y completo apego a sus escrituras. Incluso se hizo delante de un hombre y una mujer, que además de presentarse como legisladores y nuestros amigos, se dijeron estar preocupados por lo bochornoso e injusto del acontecer de los ambulantes. Todo esto tuvo sentido, decíamos, en sus totales y cabales formas, mientras adentro del recinto nos ofrecían esmero, y ser intermediarios frente a las otras autoridades (el edil), así como con un gustoso cafecito para el frío, explicó la señora de emperifollado peinado que prestó su amable atención, afuera se desplegó aparatoso operativo de policías y cuerpos de ésos que llaman antimotines. Si lo bueno fue que la negociación llegó a buen término, quesque “iban a ver en qué podían ayudar”. Esa fue la conclusión, al menos, así quedó presente entre los que asistimos, y en voz de la que dijo ser representante del H. Congreso del Estado, y que mostraba claras señas de molestia, ante la presidida deliberación popular.

Foto de Rocío Martínez
Una voz que tenga más poder…
            Hubo las frases que enconaban “Una voz que tenga más poder”, acentuó Porfiria. Una señora vendedora de arriba de 50 años, indígena Mazahua, según indicó en su participación frente a la anunciada presidenta de los legisladores y uno más de apellido Bonne. Se comenzó diciendo; “… una voz, que tenga más poder que los líderes del PRI que nos ofrecieron resolver el conflicto”. “… una voz, que tenga más poder que Marco Quezada que nos ofreció resolvernos favorablemente”. “… una voz, que tenga más poder que el propio gobernador que se ofreció en campaña a resolver nuestros problemas”.

La única voz siguiente, por tanto consiguiente, para poder remendar los desastres actuales de la clase política en el poder, resulta, ése ente abstracto discursivamente pero que en los hechos de nuestra historia le conocemos como marabunta, populacho, plebe, nacos, raza o pueblo, simple y llanamente. Según recuerdo, de alguna escuela, siempre que algún grupo humano ha llegado hasta el hastío, sea alguna de esas que han llamado civilizaciones, sea algún pueblo frente a su opresor. Inclusive se trate de alguna sociedad de las que hoy llamamos democráticas, si el agregado de pobres, desposeídos, excluidos conjunta su molestia y se logra organizar, le puede hacer pagar los platos rotos al gobierno en turno.      

 




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