Editorial
Organización de Resistencias
Octubre 2012
Las cifras que deja el sexenio de Calderón son escalofriantes,
60 millones de mexicanos que carecen de ingresos para satisfacer sus
necesidades básicas de alimentación, salud, vivienda, educación y vestido, 12.9
millones en el desempleo y subempleo, 80 millones de asesinatos, y una reforma
laboral que pone en condiciones casi de esclavismo –no es esclavitud mientras
reciban un pago– a los trabajadores.
Es en este contexto, que toma posesión como presidente de
México el 1º de diciembre, Enrique Peña Nieto, impuesto en un proceso
fraudulento. No es la intención de este texto analizar a profundidad las
razones por las cuales perdió el Partido Acción Nacional las elecciones,
después de dos sexenios en el poder, pero podemos decir a grosso modo que en
este resultado tuvo mucho peso la guerra contra el narcotráfico. Entonces y de
la misma manera podríamos decir que si el PAN perdió, es porque los electores
le apostaron a una modificación en el supuesto combate al crimen organizado. Sin
embargo el cambio de persona no garantiza una transformación de la política
económica y social, al contrario, por la forma en que Peña se ha pronunciado
respecto a cada uno de los problemas que vivimos en México, podemos afirmar sin
lugar a dudas, que continuará con la misma tónica de atender los dictados del
Fondo Monetario Internacional (FMI).
El Estado ha implementado estas medidas y seguirá haciéndolo,
con la justificación de que sólo así el país mejorará sus condiciones económicas
y sociales, pero esto es parcialmente cierto. El espejo en que podemos ver lo
que nos espera es España. Ahí su gobierno puso en práctica desde el 2010 algo
similar a lo que ahora se hace con la reforma a la ley Laboral, con el mismo
objetivo, incentivar la creación de empleos, pero lejos de eso, esta política profundizó
la crisis que arrojó a miles al desempleo y al endeudamiento. Los resultados
los vemos ahora. Jóvenes con altos niveles de preparación profesional sin
trabajo, son los que se autodefinen como Indignados contra el sistema económico
y político, quienes salieron a protestar a las calles en el ya memorable 15-M
en el 2011 y pusieron en práctica los campos “ocupa”, es decir irse a vivir en
una plaza y su ejemplo cunde, brincó el mar y ahora también están sus homólogos
los Ocuppy Wall Street.
Y sin embargo las condiciones en ambos países son con mucho
mejor de las que prevalecen en México, tanto en lo económico como en lo social.
Ante un panorama nada alentador para los trabajadores y para
los que aspiran a serlo, nosotros estamos convencidos que lo que se requiere de
manera perentoria es la organización de los de abajo, por medio de mecanismos flexibles,
democráticos, tolerantes, que rompan con los esquemas y estructuras que hasta
ahora el sistema nos ha impuesto, que sin perder la identidad de cada quien, sostengamos demandas centrales como la
desmilitarización inmediata y el rechazo a las reformas estructurales.
Construyamos un espacio común plural e incluyente donde no se
requiera tener una característica específica para pertenecer, donde se comparta
información y propuestas, a la par que podamos demostrar solidaridad y apoyo a
las diversas demandas, así como acciones conjuntas y organizadas para combatir
actos de injusticia.
Sólo de esta forma podremos frenar, hacer retroceder y
revertir no sólo la imposición de un individuo, sino un modelo socioeconómico.
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