A todas y todos nuestros lectores
agradecemos sus reflexiones, comentarios y críticas; esto, en sí mismo, para
nosotros resulta un ejercicio democrático.
Discutimos, cuasi coincidimos,
que las elecciones electorales asemejan más a un circo patético en decadencia;
que a una naciente democracia, insisten quienes quieren justificar los enormes
gastos y despilfarros del IFE, sus funcionarios; sus Partidos Políticos, sus
miembros; y el Estado Mexicano.
Para nuestras detractoras, para
quienes difieren de nuestra acción, para quienes consideran que no existe mejor
manera de transformar las cosas que transformándolas. El siguiente es uno de
los resultados de un ejercicio-proyecto que en tiempo atrás La Gota realizó;
hoy mismo 2012 creemos válido retomar la propuesta.
Puro Cuento
También para los
gatos
LUIS CHUVÍSCAR
EN ESTAS VACACIONES
[las de semanasanta del 2007], como muchos de nuestros
connacionales,
tocayo, decidí quedarme en la casa, a sacar los pendientes,
ver la televisión y
tirar pedacitos de miga de pan a la pantalla cada vez que
sale un defensor del
neoliberalismo, la nueva ley del ISSSTE o cualquier otro
atraco de los que por
estos días santos se están dando.
Estaba en ésas,
cuando me topé con una miniserie canadiense, la historia
de uno de sus
políticos de los cincuenta: Tommy Douglas1. Luego le di una
rastreada en la net y
resulta que lo presentan como el jefe del primer gobierno
socialista de América
—ahí te mando un link, por si quieres anexar información.
El caso es que este
Tom canadiense, para convencer a sus conciudadanos
de que votaran por
él, solía tirarles rollitos en forma de alegorías. La que le oí,
me gustó y aquí te la
mando, reinventada, por supuesto, pero a ver qué te
parece y si te gusta,
la publicas con aclaración, nomás.
Había una vez un país
donde vivían gatos que por alguna circunstancia
desconocida, tenían
colores diversos. Unos eran tricolores, otros azules y
hasta amarillos
había, como en nuestros callejones. Aquel país era una buena
tierra, tenía
democracia y todo. Contaba con un gobierno bueno que hacía
leyes buenas… para
los gatos.
Pero como es natural,
junto a ellos, entre ellos, abajo de ellos, vivían también
los ratones —tal vez
ésta era una de las causas que explicaban la proliferación
de gatos en aquellos
lares—.
Y a éstos roedores no siempre les parecían
las leyes. Por
ejemplo, la que derramó el vaso fue aquella en que el parlamento
felino decidió que
todas las viviendas, especialmente las de los ratones, debían
ampliar su puerta, de
tal manera que cupiera mínimamente la garra de un gato
—o gata, decía la
incluyente ley.
Dientes, orejas y
colas ratoniles llenaron las calles, callejones, plazas y
hasta edificios
públicos que fueron tomados. Todos en manifiesta rebeldía,
exigían que se
derogara aquella y las otras leyes que los ponían en desventaja.
Se ampararon,
agotaron todos los recursos, constitucionales y no, para impedir
que llegaran las
excavadoras a tumbar el último obstáculo que impedía
que fueran devorados.
De poco valió. La
ley, se dijo, estaba dictada con todos los requisitos que
ponía aquel original
estado de derecho y, para derogarla, se necesitaría que
hubiera otro
parlamento y otro gobierno. Mientras no.
Entonces los ratones
y las ratonas, las ratas y los ratos, tomaron una decisión
que aunque no les
satisfacía del todo, quisieron intentarla: optaron por
ejercer su derecho al
voto y rellenar las urnas de sufragios de castigo.
Y en las
siguientes
elecciones, el congreso cambió: En lugar de puros gatos tricolores,
ahora hubo azules,
amarillos y verdes.
La esperanza creció.
Los ratones retozaban alegres, porque habían hecho
valer su opción —u
opciones; la pluralidad, como creían—. Pero poco duró el
gusto. Casi de
inmediato se dieron cuenta de su error.
El color había cambiado,
pero los nuevos
diputados, a fin de cuentas, seguían siendo gatos…
Y las leyes, lejos de derogarse,
se agravaron. Una de ellas prescribía fuertes multas a quienes
abusaran de la
velocidad para escapar en las cacerías.
Otra, declaró traidoras a
la patria a aquellas
ratonas que no se reprodujeran al ritmo requerido y salieran
por la puerta falsa
de la interrupción del embarazo, el pecaminoso aborto.
Entonces uno de los
de abajo tuvo una idea: ¡elijamos ratones!
Sobra decir que casi
de inmediato fue detenido. Había leyes de sobras para
eso.
Pero a la idea
no pudieron encarcelarla, pronto brincó de cerebro en cerebro,
se propagó en
volantes, periódicos roídos —como La gota—, consignas
dichas en agudos
chillidos, camisetas, pancartas, emailes y mensajitos de
celular.
Las cárceles se
llenaron a reventar.
Hasta que no hubo más
remedio que abrirlas para que salieran todos, incluso
el primer ratón
rebelde.
Volvió a haber
elecciones —ahora se dice que en realidad fue una revuelta,
un apestoso golpe de
estado de los peores, de los que dan los de abajo, como en
París en 1871…
Pero ahora, en alguna
parte del mundo hay un país de ratones. Con buen
gobierno, con
democracia, con buenas leyes… no sólo para los ratones, sino
también para los
gatos
1 Thomas Douglas
nació el 20 de octubre, 1904 y murió el 24 de febrero, 1986. Era un
ministro Escocés
Baptista, político democrático social canadiense prominente. Como
el líder de la
federación cooperativa de la Commonwealth de Saskatchewan (CCF) a
partir de 1942 y el
séptimo primero ministro de Saskatchewan a partir de 1944 a 1961,
él condujo el primer
gobierno socialista en Norteamérica e introdujo seguro de
enfermedad público
universal a Canadá.
Cuando el CCF unió con el congreso de
trabajo canadiense para
formar el nuevo partido democrático, lo eligieron como su
primer líder federal
y sirvió en ese puesto a partir de 1961 a 1971.
En 1930 se caso con
Irma Dempsey, estudiante de música en la universidad de
Brandon. Tenían una
hija, actriz Shirley Douglas, y adoptaron más adelante a segunda
hija Joan, que hizo
enfermera. A través de Shirley, él es abuelo del actor Kiefer
Sutherland.
En 2004, lo votaron
“el canadiense más grande” en una competencia nacionalmente
televisada organizada
por los Canadian Broadcasting Corporation. La historia de
Tommy Douglas, fue
filmada entre febrero y mayo de 2005 y ventilada en CBC en dos
porciones los días 12
y 13 de marzo de 2006.