domingo, 11 de marzo de 2012


A todas y todos nuestros lectores agradecemos sus reflexiones, comentarios y críticas; esto, en sí mismo, para nosotros resulta un ejercicio democrático.

Discutimos, cuasi coincidimos, que las elecciones electorales asemejan más a un circo patético en decadencia; que a una naciente democracia, insisten quienes quieren justificar los enormes gastos y despilfarros del IFE, sus funcionarios; sus Partidos Políticos, sus miembros; y el Estado Mexicano.

Para nuestras detractoras, para quienes difieren de nuestra acción, para quienes consideran que no existe mejor manera de transformar las cosas que transformándolas. El siguiente es uno de los resultados de un ejercicio-proyecto que en tiempo atrás La Gota realizó; hoy mismo 2012 creemos válido retomar la propuesta.   


Puro Cuento
También para los gatos
LUIS CHUVÍSCAR


EN ESTAS VACACIONES [las de semanasanta del 2007], como muchos de nuestros
connacionales, tocayo, decidí quedarme en la casa, a sacar los pendientes,
ver la televisión y tirar pedacitos de miga de pan a la pantalla cada vez que
sale un defensor del neoliberalismo, la nueva ley del ISSSTE o cualquier otro
atraco de los que por estos días santos se están dando.

Estaba en ésas, cuando me topé con una miniserie canadiense, la historia
de uno de sus políticos de los cincuenta: Tommy Douglas1. Luego le di una
rastreada en la net y resulta que lo presentan como el jefe del primer gobierno
socialista de América —ahí te mando un link, por si quieres anexar información.

El caso es que este Tom canadiense, para convencer a sus conciudadanos
de que votaran por él, solía tirarles rollitos en forma de alegorías. La que le oí,
me gustó y aquí te la mando, reinventada, por supuesto, pero a ver qué te
parece y si te gusta, la publicas con aclaración, nomás.

Había una vez un país donde vivían gatos que por alguna circunstancia
desconocida, tenían colores diversos. Unos eran tricolores, otros azules y
hasta amarillos había, como en nuestros callejones. Aquel país era una buena
tierra, tenía democracia y todo. Contaba con un gobierno bueno que hacía
leyes buenas… para los gatos.

Pero como es natural, junto a ellos, entre ellos, abajo de ellos, vivían también
los ratones —tal vez ésta era una de las causas que explicaban la proliferación
de gatos en aquellos lares—. 

Y a éstos roedores no siempre les parecían
las leyes. Por ejemplo, la que derramó el vaso fue aquella en que el parlamento
felino decidió que todas las viviendas, especialmente las de los ratones, debían
ampliar su puerta, de tal manera que cupiera mínimamente la garra de un gato
—o gata, decía la incluyente ley.

Dientes, orejas y colas ratoniles llenaron las calles, callejones, plazas y
hasta edificios públicos que fueron tomados. Todos en manifiesta rebeldía,
exigían que se derogara aquella y las otras leyes que los ponían en desventaja.

Se ampararon, agotaron todos los recursos, constitucionales y no, para impedir
que llegaran las excavadoras a tumbar el último obstáculo que impedía
que fueran devorados.

De poco valió. La ley, se dijo, estaba dictada con todos los requisitos que
ponía aquel original estado de derecho y, para derogarla, se necesitaría que
hubiera otro parlamento y otro gobierno. Mientras no.

Entonces los ratones y las ratonas, las ratas y los ratos, tomaron una decisión
que aunque no les satisfacía del todo, quisieron intentarla: optaron por
ejercer su derecho al voto y rellenar las urnas de sufragios de castigo. 

Y en las
siguientes elecciones, el congreso cambió: En lugar de puros gatos tricolores,
ahora hubo azules, amarillos y verdes.

La esperanza creció. Los ratones retozaban alegres, porque habían hecho
valer su opción —u opciones; la pluralidad, como creían—. Pero poco duró el
gusto. Casi de inmediato se dieron cuenta de su error. 

El color había cambiado,
pero los nuevos diputados, a fin de cuentas, seguían siendo gatos… 

Y las leyes, lejos de derogarse, se agravaron. Una de ellas prescribía fuertes multas a quienes
abusaran de la velocidad para escapar en las cacerías. 

Otra, declaró traidoras a
la patria a aquellas ratonas que no se reprodujeran al ritmo requerido y salieran
por la puerta falsa de la interrupción del embarazo, el pecaminoso aborto.

Entonces uno de los de abajo tuvo una idea: ¡elijamos ratones!
Sobra decir que casi de inmediato fue detenido. Había leyes de sobras para
eso. 

Pero a la idea no pudieron encarcelarla, pronto brincó de cerebro en cerebro,
se propagó en volantes, periódicos roídos —como La gota—, consignas
dichas en agudos chillidos, camisetas, pancartas, emailes y mensajitos de
celular.

Las cárceles se llenaron a reventar.
Hasta que no hubo más remedio que abrirlas para que salieran todos, incluso
el primer ratón rebelde.

Volvió a haber elecciones —ahora se dice que en realidad fue una revuelta,
un apestoso golpe de estado de los peores, de los que dan los de abajo, como en
París en 1871…

Pero ahora, en alguna parte del mundo hay un país de ratones. Con buen
gobierno, con democracia, con buenas leyes… no sólo para los ratones, sino
también para los gatos􀀶􀀶􀀶􀀶􀀶

1 Thomas Douglas nació el 20 de octubre, 1904 y murió el 24 de febrero, 1986. Era un
ministro Escocés Baptista, político democrático social canadiense prominente. Como
el líder de la federación cooperativa de la Commonwealth de Saskatchewan (CCF) a
partir de 1942 y el séptimo primero ministro de Saskatchewan a partir de 1944 a 1961,
él condujo el primer gobierno socialista en Norteamérica e introdujo seguro de
enfermedad público universal a Canadá. 

Cuando el CCF unió con el congreso de
trabajo canadiense para formar el nuevo partido democrático, lo eligieron como su
primer líder federal y sirvió en ese puesto a partir de 1961 a 1971.


En 1930 se caso con Irma Dempsey, estudiante de música en la universidad de
Brandon. Tenían una hija, actriz Shirley Douglas, y adoptaron más adelante a segunda
hija Joan, que hizo enfermera. A través de Shirley, él es abuelo del actor Kiefer
Sutherland.


En 2004, lo votaron “el canadiense más grande” en una competencia nacionalmente
televisada organizada por los Canadian Broadcasting Corporation. La historia de
Tommy Douglas, fue filmada entre febrero y mayo de 2005 y ventilada en CBC en dos
porciones los días 12 y 13 de marzo de 2006.